Cuando la lujuria se apodera de mí, cuando la excitación
llega hasta el punto máximo y logro satisfacer mis deseos más primitivos,
cuando culmina ese momento y siento que mi cuerpo vuelve al punto de reposo…
rompo en llanto, porque su recuerdo se hace presente.
Es en esos momentos donde te haces presente hasta sentir la
sensación que eres tú quien se apodera de mí y hace con migo lo que más le
plazca.
La primera vez que sentí convertirme en una fierecita, fue la vez que al momento de tener que salir de la habitación, no desee
hacerlo. Recuerdo haber sentido placer, recuerdo sentir que mi mirada cambiaba convirtiéndose
en la mirada de una niña en llamas, llamas lujuriosas.
Esa fue la primera vez, después le sucedieron infinitas más;
hasta el día de hoy.
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